lunes, 5 de abril de 2021

La prensa y los periodistas bajo los ataques estigmatizantes. A diferencia de las redes, donde se anidan unos supuestos comunicadores sociales que vomitan acusaciones.


Picoteando el Espectáculo

En medio de la plaga de noticias falsas que contamina hoy la esfera de las comunicaciones, la prensa y los periodistas profesionales son las víctimas preferidas de aquellos que quieren imponer la mentira sobre la verdad.

Las agresiones e insultos no solo se expresan de modo verbal o textual, sino corporalmente, y provienen tanto de gobernantes como de figuras políticas o de usuarios de redes que no perdonan que el periodismo profesional ponga al descubierto las manipulaciones ignominiosas de la verdad y la realidad, ni sea portavoz de los discursos de odio, discriminación e intolerancia de los fanáticos de grupos ideologizados.

A diferencia de las redes, donde se anidan unos supuestos comunicadores sociales que vomitan acusaciones o rumian sus frustraciones en contra de los medios formales y sus periodistas, la prensa tradicional funciona en base a reglas de estilo, de ética, a códigos y filtros y a las regulaciones de la ley.

Los periódicos tienen sus editores, correctores y curadores de las noticias para cerrarle el paso a las informaciones falsas o manipuladas, pero las redes no. En ellos no funciona el sicariato moral ni el comercio con la plata que pone a los monos a bailar.

La prensa respeta mucho su misión de informar verazmente y estimular la libre pero civilizada discusión de las ideas, muy consciente de que su papel es ser defensora y estabilizadora del sistema democrático.

Estas son premisas que no existen ni asumen los supuestos comunicadores sociales de redes o de otras plataformas mediáticas, porque están para servir a otros intereses y causas jugosamente bien pagadas, aunque intenten disfrazarse de periodistas profesionales.

Toda esta artillería de ataques contra el honor y la integridad de los periodistas profesionales es un indicador elocuente de cuán relevante es el papel de la prensa en las sociedades democráticas.

Ella desmonta mentiras y artilugios de propagandistas políticos o religiosos y construye verdad y objetividad sobre los hechos que afectan a una sociedad, sin pretender sesgarlos, edulcorarlos o callarlos.

Felicitamos calurosamente a todos los periodistas dominicanos que han abrazado esta profesión con seriedad y responsabilidad.

Pero, en especial, a los del LISTÍN DIARIO que cada día se esfuerzan por mantener y defender una tradición de principios y de luchas por las libertad y el respeto de los derechos humanos, aun a costa de sufrir el injusto vituperio, la censura o el ataque artero de quienes pretenden estigmatizarnos y manchar nuestro sagrado compromiso con la verdad.

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