sábado, 3 de julio de 2010
El músico y compositor dominicano Luis Kalaft, falleció a sus 93 años, a consecuencia de un cáncer de hígado. "Quiero que me recuerden alegre"
Su primera guitarra la construyó él mismo, a la edad de 14 años, cuando se inició en el oficio de carpintero. Luis Kalaff Pérez la encontró en una calle, la remendó, comenzó a tocarla y desde entonces, y hasta su muerte, ayer, fue su más fiel compañera.
Las cuerdas de ese instrumento sintieron sus primeras caricias y sus primeros alientos como compositor de emblemáticas canciones, entre ellas “Aunque me cueste la vida”, “Mi gloria”, “Acuérdate de mí” y la jacarandosa “La empalizá” (la misma que hechizó al célebre español Julio Iglesias, quien la grabó).
Los mexicanos Pedro Infante y Pedro Vargas, la cubana Celia Cruz y otros artistas de moda en épocas pasadas interpretaron sus temas, esos que en estos días sonarán en la radio y traerán recuerdos a muchos.
Su muerte
Kalaff murió a los 94 años, de un cáncer en el hígado, mientras se encontraba interno en el Centro Médico UCE, donde tenía varios días.
Su cadáver es velado en la Funeraria Blandino de la avenida Abraham Lincoln y será enterrado este domingo, a las 11:00 de la mañana, en el cementerio de la Máximo Gómez.
“Aunque me cueste la vida”, de 1954, fue su canción insigne, sobre todo en la voz de Alberto Beltrán con la Sonora Matancera, de Cuba. Por los arreglos musicales de este tema pagó a Radhamés Reyes Alfau la suma de 2.50 (dos pesos con 50 centavos de la era trujillista).
Fue en Bonao donde formó su primer conjunto musical. En 1947 se trasladó a la Capital, donde trabajó en la construcción del hotel Jaragua (ganaba 60 centavos diarios).
El fenecido Jesús Torres Tejeda relató en su “Fichero artístico dominicano” que fue una improvisada tertulia en la calle La Guardia esquina Barahona, donde estableció amistad con Pablo Molina, un notable cantante de la época de Trujillo. Entre ellos hubo afinidad y de nuevo conectó con la música, cantando en la emisora radial H.I.L., La Voz del Trópico.
Más tarde conformó el Trío Alegres Dominicanos, que tras producirse la salida de Pedro Lapaix, lo integra con Bienvenido Brens y Pablo Molina. En el Club de Pimentel se celebraba una fiesta-homenaje al mayor del Ejército José Arismendy Trujillo, propietario de La Voz del Yuna, que desde Bonao era la más moderna emisora dominicana.
Lograron “colarse” y se situaron frente al jefe militar y comenzaron a cantar, gustándole a él y a la concurrencia las interpretaciones, por lo que ganaron un cerrado aplauso. De ahí salieron con un contrato de exclusividad con la poderosa estación radial. A partir de la fecha, la música fue su norte.
Su inventario de composiciones casi llegó a dos mil, contó él mismo en una entrevista con LISTÍN DIARIO.Además de boleros, su musa dio para impregnar de alegría la cumbia, la mangulina y el merengue, entre otros ritmos populares.
Sus intérpretes
Sus merengues tienen intérpretes legendarios: Johnny Ventura le grabó “Cuando yo me muera no me prendan velas...”; Dioni Fernández y su Equipo, “Fiesta y fiesta”, “Colorao” y “Mina de amor”, y Fernando Villalona, “La tuerca” y “La cumbia dominicana”.
“Significó mucho para mi en lo personal y para mi carrera”, afirmó anoche desde Nueva York la cantante Marcel. Ella grabó, en el 2004, “Un viejo que me lo da to”. Según sus palabras, fue el último tema que le dio a una artista dominicana.
Pininos
La primera canción la interpretó en una “guagua anunciadora”, en Pimentel, el pueblo que lo vio nacer el 11 de octubre del 1916.
Una mañana de 1936 el poblado de Pimentel amaneció sin sol. Pero era clara la decisión de Bernavelina Pérez, conocida por sus vecinos como Doña Bella. Su hijo Luis no podía seguir viviendo en ese lugar.
“Me sacó porque me enamoré de una muchacha y mi mamá no quería matrimonio. - No, con esa familia no-, me dijo” (recordaba en entrevista con LISTÍN DIARIO, en el 2005). Ahí comenzaron nuevas andanzas y se abrieron otros horizontes que llevarían a Luis Kalaff a catapultarse como un ícono del cancionero dominicano.
Kalaff escribía con regularidad. Una grabadora no faltaba en sus bolsillos. Componer fue su gran pasión (además de las mujeres; procreó siete hijos).
En el 1996 el presidente Leonel Fernández lo condecoró con la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella, en el grado de Caballero. Cuatro años más tarde lo hizo el Senado de la República, que lo declaró “Artista Meritísimo”.
Pedido a Dios
Durante su vida tuvo una salud de hierro hasta que ayer la muerte lo invitó a una serenata. “Yo pedí eso, le dije a Dios que no quería dinero, sino salud para vivir”, dijo hace cinco años. Y fue complacido.
¿Cómo espera que lo recuerden cuando muera? Él mismo así lo dejó establecido en el diálogo con este redactor: “Quiero que me recuerdan alegre, todo el tiempo. Me levanto, cojo la guitarra y hago que sea un buen día porque este pajarito (el corazón) es el que manda. (Entonces tomó su guitarra y cantó: “El día que yo me muera a mí no me llores más, me le dice a mi mujer que tenga conformidad, unos van delante y otros van atrás”).
LA HISTORIA DE SU CANCIÓN ETERNA
Testimonio del propio Luis Kalaff sobre el tema “Aunque me cueste la vida”, ofrecido en el 2005 a LISTÍN DIARIO.
“Compuse Aunque me Cueste la Vida y el primero que la grabó fue Lope Balaguer, en el disco que grabó para Bartolo I. Yo no sabía que Beltrán se había ido a Cuba y la había grabado también.
Cuando explota la canción en América entera... Yo iba donde Julio Tonos, en la Arzobispo Meriño, que tenía una tienda de discos ahí. Por casualidad llamaron de Nueva York, en el único teléfono que había por ahí.
Me dice: Luis, de Nueva York te llaman. Providencia García, la jefa del departamento latino de una disquera en Nueva York me llamó para decirme que tenía que firmar un contrato para cobrar en la disquera y que me iba a mandar 1,500 dólares..
yo comencé a coger fiao en todas esas bodegas...
Cuando le digo a Avelino Muñoz, que pertenecía a la misma compañía, que leyera el contrato que vino en inglés, me lo mandaron por correo, él me dijo: no señor, eso hay que devolverlo para atrás, tú no puedes recibir 1,500 dólares por esa canción que está acabando en todas partes. Él me quitó el contrato y me dijo que tenían que mandarme 5,000 dólares. Me hizo una carta en inglés y la devuelta del contrato. Entonces me mandaron 4,000 dólares.
Y ese fue el primer cheque por la canción Aunque me Cueste la Vida... Ja, ja, ja, compré muchas cosas que necesitaba. Me paré”.
fuente listindiario.com
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario